“Yo no siento nada de eso.”
Es la frase que más escucho cuando se habla de la energía del cuerpo, y durante mucho tiempo también fue mi respuesta. No porque no hubiera sensaciones, sino porque nunca nadie me enseñó a prestar atención. Es como el ruido del refrigerador: está ahí todo el tiempo, pero el cerebro lo descarta porque no le interesa.
Hoy quiero proponerte algo sencillo, práctico y sin adornos: un ejercicio de dos minutos para sentir la energía de tu cuerpo. No necesitas velas, incienso ni música especial. Solo tus manos y un poco de curiosidad. Si no sientes nada, no pasa nada; pero la mayoría de personas se sorprenden.
Ejercicio para percibir tu energía: activación de las manos
Este ejercicio es muy accesible porque las manos tienen una enorme concentración de terminaciones nerviosas. Es, probablemente, el lugar más fácil para notar sensaciones sutiles, incluso si nunca has hecho algo parecido. No tienes que creer en nada. Solo tienes que hacerlo.
Paso 1: Prepara el espacio (10 segundos)
Siéntate donde estés cómodo: una silla, el sofá, el borde de la cama. No necesitas ninguna postura especial. Cierra los ojos para quitar distracciones y dirigir tu atención hacia dentro.
Paso 2: Activa las manos (30 segundos)
Frota las palmas entre sí durante unos 15 o 20 segundos, como cuando quieres calentarlas. Después, sacúdelas suavemente en el aire durante unos 10 segundos, como si las estuvieras secando. Lo que haces aquí no es misticismo: simplemente aumentas la circulación y despiertas las terminaciones nerviosas.
Paso 3: Crea el espacio entre tus manos (60 segundos)
Coloca las palmas frente a frente, separadas unos 30 centímetros, como si sostuvieras una pelota ligera. Ahora acércalas muy despacio, sin llegar a tocarlas, hasta quedar a unos cinco centímetros. Luego vuelve a alejarlas a la distancia inicial. Repite este movimiento unas cuatro o cinco veces. Es un ejercicio suave, pero suele ser suficiente para empezar a notar algo.
Paso 4: Observa con calma (20 segundos)
Quédate con las manos a unos diez centímetros de distancia y simplemente pregunta hacia dentro:
¿Qué siento entre mis palmas?
Las sensaciones más comunes
No quiero decirte qué deberías sentir, porque eso condicionaría tu experiencia. Sin embargo, estas son las sensaciones que suelen reportar quienes practican este ejercicio para sentir la energía del cuerpo:
• Un ligero calor o tibieza
• Cosquilleo u hormigueo en dedos y palmas
• Una sensación de densidad en el aire
• Una resistencia suave, como si hubiera algo entre las manos
• Pulsaciones sutiles
Hay personas que sienten varias de estas cosas. Otras solo una. Y algunas no sienten nada durante las primeras veces, lo cual es totalmente normal.
¿Qué está pasando realmente?
Aquí es donde muchos textos empiezan a complicar las cosas con ideas esotéricas. Yo prefiero ser honesto: no hay una explicación definitiva. Aun así, sí tenemos pistas claras desde la ciencia y la experiencia.
Desde la fisiología sabemos que las manos generan campos electromagnéticos medibles, igual que cualquier célula del cuerpo. No es misticismo, es bioelectricidad. Los electrocardiogramas y electroencefalogramas funcionan porque el cuerpo emite señales eléctricas reales.
Desde la neurociencia entendemos que el sistema nervioso es extremadamente sensible. Detecta variaciones mínimas de temperatura, presión o textura. Cuando cierras los ojos y diriges tu atención hacia un punto, empiezas a notar estímulos que normalmente pasan desapercibidos.
Y, desde la experiencia humana, tenemos miles de testimonios de diferentes culturas que describen sensaciones muy similares al practicar ejercicios de percepción corporal. No prueba nada por sí mismo, pero es un patrón interesante.
¿Es energía vital?
¿Es percepción aumentada?
¿Es una mezcla de ambas cosas?
No necesitas resolverlo para beneficiarte del ejercicio.
Por qué este ejercicio importa
Si sentiste algo, aunque haya sido sutil, acabas de comprobar que tu percepción interna es más profunda de lo que creías. Eso tiene beneficios prácticos: puedes notar tensión antes de que se convierta en dolor, detectar cuándo tu energía está baja antes de agotarte y desarrollar una relación más consciente con tu cuerpo.
No se trata de volverte místico. Se trata de aprender a usar tu sensibilidad natural.
El siguiente paso
Si el ejercicio te dejó con curiosidad, prueba hacerlo mañana, justo al despertar. Antes de mirar el teléfono o pensar en lo que tienes que hacer, coloca tus manos frente a ti y repite el proceso. Luego hazlo de nuevo después de un día intenso y compara. Con el tiempo empezarás a reconocer patrones y sensaciones que antes no notabas.
Este ejercicio es solo una pequeña parte de lo que exploro en mi libro Sanación Energética para Escépticos, donde explico qué dice realmente la ciencia sobre la energía del cuerpo humano y cómo practicar este tipo de ejercicios sin caer en ideas que no te convencen. Si deseas profundizar, puedes encontrarlo aquí.

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